domingo, 7 de junio de 2009

Aceite de palma

El aceite de palma, ese aceite tan preciado para unos pocos pero tan desastroso para el resto.

Se obtiene de las drupas de la palmera de aceite africana (Elaeis guineensis) y en el proceso de extracción se genera un gran volumen de agua residual que desprende enormes cantidades de gas metano, uno de los responsables del efecto invernadero. Las palmas de aceite sólo crecen bajo el sol de los trópicos, con humedad y calor constante siendo, por tanto, Malasia e Indonesia los países productores más importantes. Tanto es así que si el ritmo del mercado mundial se mantiene, en 4 años ya no queda selva tropical en Sumatra, solo monocultivos de palmera de aceite. Es importante recalcar que sólo en la isla de Borneo se encuentra el 6% de toda la flora y fauna del planeta por lo que destruir estos bosques sería una de las mayores pérdidas a las que el hombre tendría que enfrenarse sólo para engrosar los bolsillos de unos pocos.

Estos aceites se encuentran en prácticamente cualquier producto alimenticio o cosmético y si no lo crees, haz la prueba. Abre tu despensa y cuenta el número de productos que contengan entre sus ingredientes “aceite vegetal” o “grasas vegetales”. Aunque muchos productos se elaboren a base de otros aceites vegetales como pueden ser los de oliva o los de girasol, si no son de palma se suelen especificar, en caso contrario uno puede estar seguro de que se trata de esta variedad tan poco ecológica y saludable.

“¡Pero fomenta la creación de puestos de trabajo en esos países tan pobres!”, podría ser la respuesta de cualquiera. Pero nada más lejos de la realidad ya que las condiciones en las que se trabaja en estas plantaciones rozan la esclavitud y los problemas medioambientales, unidos a las condiciones de vida infrahumanas, provocan enfermedades, pobreza y hambruna entre muchas otras penurias. Pero esto no debe extrañar, sobre todo si se tiene en cuenta que la inmensa mayoría de estas plantaciones están promovidas por la 3 multinacionales por excelencia a la hora de hablar de explotación y destrucción del medio ambiente a cambio de mucho, mucho dinero. Me refiero, por supuesto, a Procter and Gamble, Unilever y Nestlé.

Por supuesto, las consecuencias de estos monocultivos también se sufren en occidente ya que estos bosques son muy especiales, y no sólo por su diversidad (que también), sino porque son los llamados bosques de turbera. Estas selvas se asientan sobre un suelo con cantidades industriales de materia orgánica que, al ser quemadas, liberan todo el CO2 que contienen a la atmósfera de forma que Indonesia, sin poseer industria alguna, ha llegado a ser el 3er país que más gases de efecto invernadero libera, únicamente precedido por EEUU y China. Y no nos dejemos engañar con que los biocombustibles acabarán con este problema porque este se saca, por cierto, del aceite de palma. Cuanta incongruencia, cuanta mentira.

Por todo esto y muchas maldades más que rodean a este floreciente mercado de color oro, desde demonoamono se propone hacer boicot a estas compañías, porque nosotros también somos parte de este mundo y tenemos derecho a decidir sobre él.

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