domingo, 7 de junio de 2009

Ssalvemos a los pelirrojos

El orangután, «pueblo de la selva» según su significado en malayo, ya que las poblaciones locales les consideraban seres humanos que vivían sobre los árboles para no trabajar o no ser convertidos en esclavos. Y es normal que se refieran a ellos como iguales, no sólo por compartir el 97% de su material genético con nosotros, sino porque su comportamiento e incluso sus caras son más expresivas que muchas de las nuestras. Pero a pesar de esa similitud, los orangutanes van camino de la desaparición a una velocidad tan vertiginosa que no quedará un número suficiente de ellos como para que la especie sea viable genéticamente en el plazo de sólo una década, un chasquido de tiempo si lo comparamos con los 60 millones de años que nos separan de los primates originarios.

La deforestación selvática, el tráfico ilegal e, incluso, su utilización como `esclavos sexuales' son las causas de esta pesadilla y sólo nosotros podemos salvarles. Nuestra responsabilidad queda bien plasmada en las palabras de una conservacionista española: «Quien no defiende los derechos para los simios es porque no tiene ni idea de lo que es un gran simio. Y los que explotan o permiten la explotación de simios es porque no tienen sentimientos».

Debemos ponernos manos a la obra si queremos que nuestros pelirrojos parientes no desaparezcan, la responsabilidad es toda nuestra, sobre todo si tenemos en cuenta que el ser humano es el único animal con una capacidad de autodestrucción insostenible para su propio medio.

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